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Para cuidar el buen morir: recogiendo una experiencia silenciosa
Su objetivo es recopilar significados y prácticas en torno al cuidado y preparación para la muerte de los adultos mayores, de manera de contribuir a proteger la salud mental de cuidadores, familiares y trabajadores de la atención primaria vinculados a estos grupos.
El equipo de la profesora Huepe está compuesto por las profesoras Verónica Aliaga, directora alterna del proyecto, y Jame Rebolledo, ambas del Departamento de Kinesiología; la profesora Luz Bascuñán, psicóloga y académica del Departamento de Bioética y Humanidades Médicas, y los doctores Julia Acuña y Kurt Kirsten, del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Oriente de nuestra institución.
Según describen inicialmente en este proyecto, el fenómeno de envejecimiento y longevidad conlleva un aumento de enfermedades crónicas en personas mayores que requerirán cada vez más de asistencia y cuidado hasta la etapa final de su vida. En las sociedades latinoamericanas, el cuidado a esta población por lo general queda en manos de personas emocionalmente cercanas –como es el caso de familiares y, en particular, mujeres-, que no han sido capacitadas para esta labor, no reciben remuneración y no han sido preparadas para enfrentar el proceso de muerte; esto se evidencia en estudios que muestran altas tasas de sobrecarga severa y morbilidad psiquiátrica. Asimismo, añaden, es conocido que fenómenos como burnout, fatiga de compasión, traumatización vicaria, desgaste físico y mental son cada día más frecuentes en los equipos de salud y en particular entre quienes trabajan con temas como trauma, dolor, muerte y abuso.
“Abordar el proceso de muerte es un desafío pendiente y cada vez más importante debido a la dificultad cultural de hablar sobre ello, porque es un tema tabú. La falta de preparación sobre cómo afrontar este proceso es uno de los factores que repercuten en la salud mental de quienes acompañan a personas mayores hasta el final de sus vidas y, en consecuencia, en los cuidados que se les proveen. Por eso, la protección de la salud mental de estos cuidadores puede ser abordada mediante diferentes estrategias que lleven a enfrentar mejor el proceso de muerte, para lo cual es necesario un conocimiento empírico y contextualizado a nuestra realidad local del que aún no disponemos”, señala la profesora Huepe.
Trabajo conjunto de los participantes
Así, "este es un estudio cualitativo que busca –a través de la realización de grupos focales a cuidadores, familiares y equipos de atención primaria que prestan servicios a pacientes mayores en proceso de fin de vida-, conocer los significados y las prácticas que se realizan en torno al cuidado y preparación para la muerte de estas personas, con la meta de elaborar recomendaciones contextualizadas a nuestra realidad nacional que propendan a la protección de la salud mental de sus cuidadores, familiares y equipos de atención primaria que los atienden”, explica la investigadora.
Para ello, trabajarán directamente con los Centros de Salud Familiar, Cesfam, de ocho comunas de Santiago como son La Pintana, Cerro Navia, El Bosque, Recoleta, La Granja, Renca, Macul y Ñuñoa, elegidas en base a su índice de prioridad social y agrupadas según si tienen alta, media alta, media baja o baja prioridad social. Con la cooperación de un delegado de campo –que será un funcionario de los Cesfam de cada comuna-, reunirán grupos de personas que hayan ejercido el cuidado de algún adulto mayor en proceso de final de vida; que sean familiares de una persona de esas características, o que sean trabajadores sanitarios vinculados al área.
“Sabemos que al ser un tema tan sensible es importante velar por la salud mental de los participantes, por lo que podría considerarse de riesgo hacerlos hablar sobre algo que pudiera haber sido un evento muy reciente; por eso consideramos que el criterio de inclusión es que haya pasado al menos un año de la muerte del familiar mayor que se cuidó, y un máximo de tres años, para que tengan los recuerdos claros”.
A ellos, se les aplicará una entrevista con diferentes preguntas abiertas dirigida a abordar distintas áreas establecidas entre los objetivos del estudio. “De esta manera, ellos podrán conversar respecto de las preguntas que se les plantearán, contarán sus experiencias y llegarán a conclusiones comunes, que son las que recogeremos; en ese sentido es una técnica muy nutritiva, porque la interacción se da ahí mismo, se pueden ver acuerdos y discordancia en el momentos”.
La información que recojan en los grupos de cuidadores, familiares y profesionales de la atención primaria de salud –esperan incluir a un mínimo de 48 y un máximo de 144 personas en total- será analizada, sistematizada y consolidada, para luego generar publicaciones en revistas científicas. “Pero en concreto para la población beneficiaria directa, tendremos dos productos: una guía con recomendaciones dirigidas a los trabajadores de la atención primaria en salud y, por otro lado, cartillas mucho más sencillas y amigables, con consejos y sugerencias directas en materia de protección de la salud mental de quienes rodean al adulto mayor en proceso de término de vida, para que sean entregadas en los Cesfam a cuidadores y familiares”.
Cecilia Valenzuela León