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Encuentro organizado por la Academia Brasileña de Ciencias

Estudiante del Doctorado en Ciencias Médicas dialoga con Premios Nobel

A mediados de abril, 35 estudiantes de América Latina y el Caribe participaron en un diálogo con tres Premios Nobel para analizar de qué manera la ciencia puede beneficiar a la sociedad. La Casa de Bello fue representada por la estudiante del Doctorado en Ciencias Médicas, Lucía del Valle, quien además es parte de la startup Candel Medical Company de OpenBeauchef.

La IV Jornada CICA contempló la exposición de más de 40 poster de las investigaciones que se realizan en estos centros.

Avances y trabajo mancomunado

Medicina traslacional, desafío de futuro

Creciente interés ha despertado entre académicos y estudiantes de pre y postgrado de la Facultad de Medicina las jornadas de los Centros de Investigación Clínica Avanzada, CICA, que este 24 de abril de 2024 tuvieron su cuarta versión, reuniendo a más de un centenar de inscritos.

Escuela de Salud Pública acoge reunión mensual

CESA avanza en sus estrategias de planificación del trabajo anual

Establecer las nuevas directrices del trabajo del Centro Especializado para la Prevención del Consumo de Sustancias y el Tratamiento de las Adicciones, CESA y sus acciones estratégicas a corto y largo plazo, fueron parte de los objetivos desarrollado en la reunión mensual, según nos cuenta el Dr. Jorge Ramírez, uno de los tres investigadores ESP que son parte del nuevo Centro.

Al centro el decano de la Facultad de Medicina, dr. Miguel O'Ryan; la rectora de la Universidad de Chile, dra. Rosa Devés; la directora del Hospital del Salvador, dra. Victoria Pinto, y la decana de la Facultad de Odontología, dra. Irene Morales, junto al equipo directivo de nuestro plantel

Trabajos están cerca del 80% de avances

Hospital del Salvador muestra su futuro

Con el objetivo de dar a conocer los avances en el levantamiento de la nueva infraestructura de este recinto asistencial, su directora, doctora Victoria Pinto, se reunió con autoridades de la Universidad de Chile.

Es fundamental controlar la propagación del vector

Más allá del dengue

En medio del auge de casos de esta infección que se vive en los países vecinos, así como del reciente descubrimiento del mosquito que transmite la enfermedad en la provincia de Los Andes, académicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile hacen un llamado a la calma pero, al mismo tiempo, a la prevención.

95 años vinculada a la alimentación del Campus Norte de la Facultad de Medicina

Dinastía de "Laurita" ya es leyenda

Dinastía de "Laurita" ya es leyenda

Así comenzó la historia de un nombre, “La Laurita”, cuya sola mención refirió a decenas de generaciones de egresados las señas de un espacio de antiguas y endebles paredes que se mantuvo a pie firme en el Campus Norte por muchos años, y en el que no sólo se sirvieron miles de desayunos y almuerzos sino que, a decir del doctor Owen Korn, académico del Departamento de Cirugía del Hospital Clínico de nuestra casa de estudios, tuvieron cabida tanto  las más diversas expresiones artísticas como las mejores clases luego de largas visitas a los pacientes.

Y es que desde el horno de barro, al pasar de los años Laurita se instaló con su comedor a un costado del edificio del Campus Norte de la Facultad de Medicina, lugar que abandonó luego del incendio de 1948 para seguir ofreciendo sus productos a estudiantes y profesores que se trasladaron a lo que era el antiguo Instituto Bacteriológico, en calle Borgoño. Una vez que las actividades académicas se retomaron en la actual construcción, reabrió sus puertas en lo que habían sido salas para mujeres del Hospital San Vicente de Paul, dependencias en las que junto a sus sobrinas Carmen, Elena y María Josefina Quiroz forjaron nuevos y sabrosos capítulos de su historia de servicio y estrecho vínculo con la comunidad de la Facultad de Medicina.

Relato coral

  • Doctor Owen Korn: “Además de la Laurita, en los años que yo estudiaba había otro casino, donde ahora están las escuelas de Enfermería y Obstetricia. Era todo muy nuevo, donde servían cosas elegantes como milkshakes. Allí iban los más “pitucos”, era todo más aséptico y sin el ambiente familiar que había donde Laurita, donde estábamos los más “underground”. Para hacerse la idea, era como una fuente de soda, en donde las sillas, las mesas, las servilletas y los saleros fueron siempre los mismos, por años. Esa donde uno puede llegar y entrar. En ese lugar, en mi época, se podía hacer teatro, peñas, tocatas, esa era la onda que había”. 
  • Doctor Marco Antonio de la Parra: “El casino de Laurita era un espacio increíble, transversal, al cual uno iba a capear clases lo más posible y a encontrarse con los amigos y con la chica que le gustaba. Ahí hacíamos vida universitaria, los médicos y los estudiantes. Ya no hay de ese tipo de lugares, ahora todos parecen aeropuertos. Aprendimos a jugar bridge para el toque de queda, a las cartas, rabiábamos con las noticias del diario. Pasaba de todo, era un lugar al que se llegaba naturalmente. Entre esas paredes vimos pasar el gobierno de Allende y los primeros años de la dictadura”.
  • María Quiroz: “Nosotras llegamos bien chicas acá, incluso niñas. Además de mi tía, estaba mi tío que trabajó en Parasitología, con el doctor Amador Neghme, y me hablaba de la campaña de la vinchuca, que habían ido a Arica. Vieras qué fiestas se hacían, los chiquillos nos pedían el local prestado y hacían conciertos, obras de teatro, presentaciones. Traían el piano del centro de alumnos y siempre decían que iban a dejar todo limpio, y cada mañana siguiente teníamos que limpiar a todo escape, porque había que abrir igual. Mi tía nunca le dijo que no a nadie. Después del golpe una vez vinieron militares y ella los recibió, les contó que quería tanto a todos los niños y les iba a mostrar una foto en la que aparecía Allende cuando estudiaba. Cómo no la fusilaron. Ella vivía al frente de Santos Dumont, y su paseo de los domingo era ir a ver a sus papitos al cementerio y venir a dejar remojando los porotos para el día siguiente”.

  • Doctor Owen Korn: “Yo ingresé en 1975, muy preocupado sólo de aprender y nada más. Fue el segundo año en que Marco Antonio de la Parra montó su obra “Quiebrespejos y otros sueños”, sobre unas tarimas al interior del casino de Laurita, presentación que yo no vi por irme temprano a mi casa a estudiar. Dicen que, tal como en su estreno el 18 de abril de 1974, la fila de gente que quería entrar daba la vuelta por el costado y más allá de Máxilo Facial, que estaba cerca de estos comedores. Pero él y sus amigos también hacían otras acciones de arte en el casino: a veces cuando uno llegaba veía que una de las mesas estaba con mantel de tela y candelabros, a diferencia de todas las demás; allí se sentaban Marco Antonio y sus amigos, uno de los cuales –Jorge Pardo-, vestido muy formal y con servilleta en el antebrazo, les tomaba el pedido como un mozo, para después traerle el mismo charquicán que comíamos todos, en las mismas bandejas plásticas, pero todo con un aire de elegancia especial. A veces había otros tocando guitarra de forma eximia durante el almuerzo. El que quería hacía algo diferente, todos cabíamos”.
  • Doctor Marco Antonio de la Parra:Para hacer teatro en el primer espacio en el que uno pensaba era en el de Laurita; tenía más significado, era más mágico y convocador, el Julio Cabello se usaba sólo para la Semana de la Facultad. Hacíamos pequeños sketches, no sólo nosotros sino que otros grupos también, con Jorge Vega, con Guillermo de la Parra. El “Quiebrespejos” fue la obra que hicimos en el casino de Laurita que la gente más recuerda, pero hicimos otras, como “Albricias en el país de la mala vida” y otra que se llamaba “Summertime”, que se llenó pero tuvo otras críticas, era muy oscura, muy difícil, la transformé en otra distinta con el correr de los años. Incluso mis primeras obras teatrales las escribí especialmente para ese espacio, de manera que no tuviéramos que pedirle permiso a Laurita para mover sillas y mesas, como “Lo crudo, lo cocido y lo podrido”, en que los actores eran los camareros; nunca, en todo el mundo, se ha vuelto a montar de esa forma pese a las indicaciones expresas que tiene. Y la otra fue “Matatangos”, con la misma idea de no tener que intervenir el lugar para comer. Pero para esas presentaciones Laurita fue muy generosa, siempre. Me prestó una corchetera una vez que estábamos haciendo un montaje, se me perdió y cada vez que me veía me la  recordaba. Nunca se la devolví”.  
  • María Quiroz: “Mi tía Laurita tenía una memoria impresionante. Los recordaba a todos, por años, y aunque hubieran cambiado. A cada uno de los estudiantes y profesores que por años comieron con nosotros. También a sus pololas y parejas”.
  • Doctor Owen Korn: “Sin llegar a oficiar de celestina, Laurita incluso aconsejaba a quienes andaban medio “chuecos” o le indicaba quién le convenía más”.
  • Doctor Marco Antonio de la Parra: “Del menú lo que más recuerdo era el arroz primavera, con unas arvejas perdidas y unos trocitos de zanahorias, que podía ser con salchichas o con huevo frito, que a veces por lo duros parecían de plástico.  Los profesores o los que ya eran internos, en unos comedores más privados que había, podían comer lomitos que eran mejores y más caros que el almuerzo, y que alguna vez probé. Mi padre, que era dermatólogo, comía ahí”.
  • María Quiroz: “Ay, yo me vine feliz a esta cafetería cuando tuvimos que dejar el casino. Ya no servir más menús fue bueno. Es muy difícil dejar contenta a la gente con la comida. Es que cocinábamos cosas más familiares, como de casa”.

Los últimos años

La historia se mantuvo más o menos igual hasta el año 2000, cuando se decidió que ese terreno sería para el actual casino. Así fue como las tres hermanas y su tía inauguraron la nueva cafetería que acomodaron a un costado del hall de los estudiantes. Del menú de charquicán con huevo o vienesa, de los porotos y garbanzos que viajaban desde Lolol hasta sus ollas, y de las cazuelas y el arroz primavera con bistec que ofrecían en el sector “Vip” para académicos, como recuerda el doctor Korn, devinieron en una carta en la que los sándwich –en especial los lomitos- y los completos tomaron protagonismo, pero sin destronar nunca a la paila de huevos que por décadas atrajo a grupos completos de especialistas del hospital y de la facultad, además de muchos otros que continuaron con la tradición de comentar los últimos casos clínicos al calor de una marraqueta mojada en yema y un café con leche.

  • María Quiroz:De nuestros mejores años quedan varios conocidos, pero no tantos como antes: el doctor Ennio Vivaldi, Attila Csendes, los hermanos Oksenberg… Todos los chiquillos eran muy amigos nuestros. Ahora es distinto, son tantos que ya es difícil acordarse de quién es quién. A muchos se les fiaba y a no pocos se les olvidó pagar; algunos se fueron a regiones y cuando venía alguien que trabajara con ellos les mandábamos a decir de la cuenta, pero nunca vimos esa plata”.

Laurita falleció el año 2006 a los 98 años y toda la Facultad de Medicina se agolpó en la capilla San Vicente de Paul para recordarla. Este 31 de enero de 2017 cerrarán definitivamente su negocio casi centenario. En las puertas de la despedida, María Josefina dice que para ella y sus hermanas esta institución representa toda su vida. Que habría hecho lo posible por seguir, si es que la Nena no hubiera tenido complicaciones renales y un corazón agrandado que debe cuidar (¿será por todos los amigos que lleva dentro?). Con los ojos llenos de lágrimas, agrega que quizás sea para mejor, justamente para poder dedicarse a ayudarla. Ellas y sus trabajadoras –María Elsa Quiroz, sobrina; Leticia Ávalos, Jacqueline Espinoza y Rosemary Cruz- tomarán rumbos distintos, pero la historia de Laurita Quiroz y su familia seguirá presente en el recuerdo de centenares de profesores, egresados y funcionarios, como las protagonistas de nuestra propia leyenda.