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“Investigación en biomedicina para más y mejor salud de los chilenos”

Desde los inicios de la República, la generación de conocimiento se ha posicionado como un motor distintivo para mejorar las condiciones de vida de las personas. El nacimiento del Instituto Nacional y la creación de diversos centros de investigación que pronto conformarían a la primera institución de educación superior nacional, la Universidad de Chile, son un ejemplo claro de ello.

En materia de salud, hacia la década de 1830, se dio inicio a la formación de los primeros profesionales del área, con una base sólida de conocimiento y capacidad de transformación. Años más tarde, figuras como el Dr. Fernando Monckeberg, destacado por su trabajo dedicado a la desnutrición infantil, dan cuenta de que la Universidad de Chile, ha estado históricamente apostando por enfrentar los desafíos complejos que conllevan la existencia humana.

Situación que hoy no es diferente. Actualmente, el país cuenta con una amplia comunidad de investigación e innovación que se ha ido robusteciendo a través de programas de magíster y doctorados y centros de investigación, incluso en hospitales públicos, para enfrentar los desafíos del nuevo siglo como el envejecimiento, la obesidad, el cáncer, la salud mental y Alzheimer, entre otras.

Un ejemplo del nivel alcanzado se evidenció durante la crisis sociosanitaria producto del virus Covid-19. La comunidad de investigación biomédica fue clave en proveer de conocimiento para una mejor toma de decisiones que ayudó a salvar vidas.

Sin embargo, el desarrollo y la generación de conocimiento son dinámicos: Día a día se requieren más y mejores condiciones para el desarrollo de investigaciones e innovaciones que nos permitan continuar enfrentando los problemas complejos con el máximo de eficiencia. Para ello las universidades, como centro del conocimiento, tienen una gran responsabilidad, pero también el país en su conjunto debe acordar un sistema de educación superior compenetrado con las problemáticas presentes y futuras de nuestra sociedad.

Así, debemos trabajar colaborativamente, apuntando a mejores y mayores oportunidades, así como también incorporando financiamientos que nos permitan avanzar en esa dirección con inteligencia, cooperación y visión de futuro. En biomedicina, Chile requiere con urgencia avanzar en asociaciones virtuosas y colaborativas entre los centros formadores de profesionales de la salud y el sistema de salud asistencial, vinculados al Estado, municipalidades u otros espacios a lo largo del país.

Solo de esta manera, podremos avanzar en una planificación visionaria de la salud, sustentada en conocimiento adquirido en el país. Es nuestro deber, alinear criterios y visiones con un solo norte: Chile y su futuro.